ABSORCIÓN DE CREMAS SOLARES (II): NUEVOS RETOS
Para poner este post en su
contexto es preciso releer el post que publiqué el 11de marzo pasado, pocos días antes de que la crisis del
coronavirus SARS-CoV-2 nos obligara a confinarnos durante bastantes semanas. En
este tiempo he publicado diversos posts sobre aspectos relativos a la
vigilancia de nuestros lunares mientras estábamos confinados, a la problemática
de la vitamina D durante el confinamiento y a diversos aspectos de la propia
crisis sanitaria asociada a la covid-19. Vuelvo ahora donde lo dejé el 11 de
marzo.
Los principios activos de los filtros solares químicos presentes en las
cremas solares se absorben hasta un punto que aconseja hacer estudios toxicológicos
específicos, de acuerdo a las recomendaciones de la FDA norteamericana cuando se superan en sangre niveles de
0.5 ng/mL. ¿Es esto relevante para el
uso que habitualmente hacemos de estos productos? En mi opinión NO lo es.
Tal y como usamos habitualmente estos productos pienso que no hay riesgos
relevantes para nuestra salud, o en todo caso los beneficios superan a los
riesgos. Si han releído ese post (11 de marzo), así como otros dos que escribí al respecto hace un año, cuando se publicaron
los primeros estudios al respecto patrocinados por la FDA norteamericana, entenderán por qué lo digo.
Pero es verdad que estos estudios nos
plantean algunos retos que debemos acometer, para que el uso de cremas solares
sea más racional, más eficaz y más seguro.
Todo ello sin perder de vista una cuestión muy importante: los
fotoprotectores tópicos, ¿son un simple cosmético o son un medicamento?
Para muchos pacientes con dermatosis que cursan con fotosensibilidad y para muchos
pacientes con riesgo elevado de padecer cáncer de piel son un verdadero
medicamento, que no se utiliza por capricho sino por verdadera necesidad para
mantener la salud de su piel. Como con cualquier medicamento, es básico que la
relación riesgo/beneficio sea favorable. La ausencia de riesgos, a menudo, no
es opción. Conocer los riesgos y minimizarlos, sí.
¿Cuáles son los principales retos que nos plantea la potencial
problemática derivada de la absorción a través de nuestra piel de los filtros
solares de tipo químico? Lo desgrano considerando la perspectiva de
fabricantes, autoridades sanitarias, dermatólogos y usuarios.
1. Para los fabricantes: deben realizar con rigor y transparencia
pruebas de absorción sistémica de todos los filtros químicos, actuales y
futuros, que forman parte de los fotoprotectores tópicos. Y deberán efectuar
estudios toxicológicos adicionales cuando superen en sangre el umbral de 0.5
ng/mL. Deberán invertir en el futuro en el desarrollo de nuevos agentes con un
perfil óptimo de eficacia protectora, tolerancia cosmética y toxicidad
potencial. Por cierto, cualquiera que critique a estos productos químicos y
ofrezca “soluciones naturales” (como si la naturaleza no fuera esencialmente
química) debería de haberse tomado la molestia de efectuar los mismos estudios
y con el mismo rigor, para que no pensemos que nos toma por tontos o nos toma
el pelo. Y para que también conozcamos con transparencia los posibles riesgos
de las eventuales alternativas. La inmensa mayoría de los venenos son, en
esencia, naturales. Los productos no son más o menos sanos por ser más o menos
naturales. Valoremos el trabajo de quienes con rigor trabajan con la química en
beneficio de nuestra salud.
2. Para las autoridades sanitarias: en colaboración con los fabricantes
deberían establecer un índice de protección máximo suficiente (y
suficientemente realista) y una cantidad necesaria para conseguirlo (y
necesariamente realista) de modo que el usuario tenga clara la protección real
que puede alcanzar con una cantidad del producto que sea viable emplear de
forma habitual. En las condiciones habituales de uso casi todos nos quedamos
muy por debajo de los 2 mg/cm2 con los que se calculan los índices
de protección actuales y con los que se han efectuado los estudios de absorción
más recientes. Por otra parte, un índice de protección 50 es innecesariamente
elevado si realmente lo alcanzáramos. Y como casi nunca lo alcanzamos, el
consumidor puede tener una falsa sensación de seguridad cuando se aplica una
crema de factor 50 en una cantidad tal que sólo le dará una protección real de
5 a 10. Sería mejor para todos retomar este asunto con cantidades de producto e
índices de protección mucho más realistas, y de paso alejados de potenciales
problemas toxicológicos.
3. Para los dermatólogos: debemos ofrecer a nuestros pacientes una
información realista y no alarmista sobre este asunto (enfrentándonos a la
multitud de informaciones sesgadas, tendenciosas y a menudo absurdas que flotan
en internet) y favorecer un uso racional de los actuales protectores solares,
integrándolos en el conjunto de medidas que nos pueden proteger del sol según
las circunstancias de cada momento y actividad (búsqueda de la sombra, ropa y
gorros, cremas solares, gafas de sol). A algunos pacientes deberemos
informarles de la opción de cremas solares con filtros físicos o inorgánicos,
que apenas se absorben. En niños pequeños, en embarazadas y en algunas pieles
muy sensibles e irritables pueden ser la mejor opción, aunque se extiendan algo
peor y cosméticamente sean menos agradables. En cualquier caso, los fabricantes
han logrado mejoras importantes en este punto en años recientes.
4. Para los usuarios: deben recabar información sobre los
protectores solares en fuentes fiables y asumir que en ocasiones, para algunas
de sus preguntas, la respuesta correcta es “no se sabe” (un problema para la
prensa, pues el “no se sabe” no suele generar titulares demasiado atractivos).
Los consumidores de estos productos deben tener claro que las cremas solares
nos ayudan a luchar contra las quemaduras solares, contra el cáncer de piel y
contra el envejecimiento prematuro de la piel, pero no son la única opción ni
son siempre la mejor. A menudo la búsqueda de la sombra es mucho más eficaz,
mucho más segura y mucho más barata. Pero cuando necesitemos recurrir a cremas
solares es bueno tenerlas a mano y que éstas sean de calidad. Con una
información clara sobre eficacia y riesgos potenciales clínicamente relevantes
(que con el uso habitual que hacemos de ellos son en mi opinión altamente
improbables).
En mi último post daba a entender
que salvo que la crisis asociada a covid-19 diera un vuelco negativo, yo no
volvería a escribir sobre covid-19 en este blog. Así que es muy probable que mi
próximo post sea sobre covid-19.
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